Junkie Culture

el viaje del mago

El actor español Javier Bardem se ha alzado con su primer Oscar en la madrugada del pasado lunes, en una ceremonia que, a juicio de muchos, fue sosa y demasiado acelerada. Qué les voy a decir, para mí fue una gala correcta y sin demasiados chistes (para qué tanta estupidez si, a fin de cuentas, de lo que se trata es de premiar a los galardonados), que aquí en España parece que gustan de contarlos y, además, malos (aunque intervenciones como la de Alberto San Juan al recoger su Goya merecen cierta consideración...).


Los más afortunados (y estos son los que no pagamos tributo a ciertas televisiones) pudimos seguir la ceremonia de entrega vía satélite (excelente retransmisión, por cierto, la del canal alemán ProSieben, sin comentaristas y sin subtítulos; la gala en su esencia, tal y como ya la viví personalmente desde San Francisco hace un par de años, a través de ABC). Esperemos que la iniciativa dure y perdure (televisión de calidad y en abierto ya!!) y los amantes del cine podamos seguirla en directo y gratis, por supuesto (se dieron ambas condiciones, eso sí).

En otro orden de cosas, he de decir que aún no he visto No country for old men, a pesar de que, con Oscar o sin él, mi interés por la cinta es manifiesto desde su estreno en Estados Unidos, sobre todo porque los hermanos Coen hacen cine independiente, no lejos de los circuitos comerciales, pero independiente al fin y al cabo. Precisamente, uno de los oscarizados, Joel, fue montador en la película de culto Posesión Infernal (The Evil Dead, San Raimi 1981), de la que existe una reciente versión remasterizada, muy recomendable. 

Con el impulso que supone para Javier Bardem y, en general, para la película, la obtención de esta estatuilla, seguramente podamos verle en una revisitación de sus anteriores trabajos (algunos mejores que otros, todo hay que decirlo). Dos consejos: que No country for old men pueda verse en versión original (la voz elegida para el personaje de Anton Chigurh, en el doblaje a cargo de Jordi Boixaderas, habitual también de Russell Crowe, entre otros, es, con mucho, inapropiada, con todo el respeto hacia el trabajo de Jordi, que lo hace fenomenal), y que podamos felicitar personalmente a los Bardem en su restaurante del madrileño barrio de Chueca.

Enhorabuena, pues, y ¡qué viva el cine! (pero del bueno...)


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