Junkie Culture

el viaje del mago


Volviendo a la antigua fórmula de “El ganador es…”, los Oscars estuvieron, una vez más, de vuelta desde el Kodak Theatre de Los Ángeles y, fieles seguidores de la ceremonia (con aquel regusto que nos dejó la pasada edición), aguantamos al pie del cañón hasta los postres, como suele decirse, que esta vez fueron algo menos suculentos.

Sandra Bullock se alzó con la estatuilla a la mejor actriz por su papel en The Blind Side, y Kathryn Bigelowresultó ser, a juicio de la Academia, la mejor directora por The Hurt Locker y gran vencedora de la noche, dejando exánimes a los muñequitos de James Cameron. Durante la noche hubo otros galardonados que mencionaremos a continuación, pero queríamos simplemente resaltar dos aspectos que tienen que ver con las premiadas: el primero de ellos, es que resultaron nominadas Penélope Cruz y la Bullockcomo mejor actriz de reparto y mejor actriz, respectivamente, y -¡menos mal!- el primero se lo llevó Mo’Nique (no sé qué le verán a la madrileña, tan lineal e insípida en todas sus interpretaciones, con ese inglés tan… tan… con ese inglés, vaya…) y el segundo, otra de las actrices que nunca han estado entre mis preferidas. Ahora bien, se dice que en Hollywood entregan el premio por el pelotazo que suponga el actor en su registro y no por sus trabucazos anteriores (y, parece ser, que en esta peli se sale…).

El segundo aspecto es que, al margen de que la ex de Cameron hiciera méritos propios para acaparar la mayor parte de los premios importantes, tanto Avatar, como The Hurt Locker parecen ser un alegato de esa otra América a la que nos tienen acostumbrados los medios e incluso los propios americanos (algunos han tildado a la primera de fascistoide, mientras que la segunda no deja de ser otro intento patriótico para justificar la guerra de Irak). Entre los premios que han despertado nuestro interés, sobre todo a la hora de volver al cine o de verlas cómodamente en el salón de nuestra casa, se encuentran Up, como mejor film de animación, El secreto de sus ojos (mejor película de habla no inglesa), Logorama (mejor corto de animación), y las nominadas An EducationA Serious Man,  The White Ribbon, District 9, La Dama y la Muerte (debió de ganar en su categoría).

Lo mejor, lo peor y lo regular… entendemos muy acertada la intervención de Neil Patrick Harris (How I met your mother), con el único número musical de la noche (sin contar la presentación del Oscar a la mejor banda sonora), que abrió paso a la gala y nos hizo creer, en un principio, que este año también se apostaría por el colorido y efectismo de la pasada edición (craso error… al final, resultó ser algo sosa y, solamente en los primeros compases, Steve Martin y Alec Baldwin como maestros de ceremonia denotaron chispa y buen humor -sarcástico e incisivo, todo hay que decirlo-, para ir apagándose al son de los premios finales. Resultó especialmente interesante el pequeño homenaje a las películas de terror (The Horror Movies) que han calado en nuestra memoria cinéfila en estas últimas 82 ediciones (somos de una generación posterior, no se lleven a engaño) y el tributo al director, recientemente desaparecido, John Hughes, con imágenes de sus películas y de unos jovencísimos Matthew Broderick, Molly Ringwald o Kevin Bacon. Y, como no podía ser menos, el premio al mejor maquillaje estuvo precedido por un Ben Stiller disfrazado de monito azul y el de mejor guión por un histriónico Robert Downey Jr.(simplemente, geniales).

En consecuencia, la 82ª edición de los premios Oscar mantuvo una línea de sobriedad y excelencia que, a pesar de ir a contrarreloj en algunos tramos, se fue volviendo más densa hacia el final, decreciendo el ritmo y la frescura que debe imperar en todo evento que se precie. Y de los grandes ausentes, quizás hablemos en otra ocasión…

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