Se veía venir... Y es que, a menudo, los gustos populares sobrepasan a cualquier encuesta o sondeo realizado con cierta seriedad... Por un momento, nos temimos lo peor: que la votación telefónica fuese manipulada de alguna manera para que el Chiki Chiki finalizara su andadura en la previa de Eurovisión. Y, sin embargo, no fue así.
He de decir que nunca he creído en el sistema de votaciones por teléfono o SMS, quizá sí mediante internet, por eso de la falta de regulación (aunque "La Bicicletera" se quedó fuera por sucios tejemanejes...), más que nada porque, desde que se implantó esta forma de participación, nunca han ganado los que quizás se lo merecían (me remito a realities como Big Brodel, La Isla de los Casposos, y un largo etctétera).
Ya está bien de tanta mojigatería televisiva. Si no les gusta el representante de Eurovisión, hagan memoria y digan cuántos aspirantes a ganar el Festival (regulares y muy malos, por cierto) han conseguido algo digno a su paso por Europa. El Chiki Chiki es precisamente una bofetada a los más puristas, porque supone una transgresión al formato tradicional y, por los menos, nos hará pasar un buen rato, al margen de las votaciones (quién sabe, si gana, nos reiremos de aquellos que lo han criticado). Musicalmente hablando, solo había tres candidatos "serios" en la gala final: La Casa Azul puede presumir de una buena producción y puesta en escena, pero "La Revolución Sexual" no es una canción eurovisiva; Coral es una artista que encaja con el formato tradicional pero muy por debajo de la demanda actual (las cosas están cambiando, señores); e Innata representó la parte mediocre, que gusta un poco, pero que en seguida se olvida (un 12º o 13º puesto, como mucho). Por cierto, si el Festival no estuviese teñido de influencias políticas y territoriales (ese hermanamiento europeo, del que España siempre sale escaldada, como en todo) y se hubiera investigado el presunto fraude al dar como ganador a Serbia (había una canción que no pasó el corte, muy muy parecida a la ganadora...), el segundo clasificado y, automáticamente, vencedor en caso de confirmarse lo anterior, hubiera sido Ucrania con Verka Serduchka. Díganme, pues, qué diferencia existe entre el Chiki Chiki mediático de Rodolfo Chikilicuatre (aparte de las musicales, claro está) y la puesta en escena de Verka o Alf Poier, en 2003.
Habrá que mejorar el número, la coreografía de sus acompañantes y el estatismo de Rodolfo sobre el escenario, pero sin duda, quedará constancia de que David Fernández es un gran actor cómico que reinventa el concepto freak adaptado a los nuevos tiempos (ya hablaremos de ello en otro artículo, de la distorsión del término y de mi disconformidad con el universo friki, que nada tiene que ver con la realidad que pretende representar).
Aprendamos a reirnos de nosotros mismos, caramba, y reconozcamos, pues, lo justo... Ánimo a los que se quedaron fuera, a los nuevos descubrimientos y felicitaciones a quienes tendrán una buena plataforma promocional después de la gala (algunos, ni por esas...).
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