Junkie Culture

el viaje del mago

El supuesto N. Cage,  en 1870
Así parece afirmarlo el poseedor de una foto subastada en Ebay que muestra a un hombre de finales del siglo XIX con un curioso parecido al actor norteamericano. El vendedor, localizado en Seattle y reconocido miembro de esta red transaccional en internet, señala que "es exactamente como Nicolas Cage. Personalmente, creo que es él, y que se trata de una especie de no-muerto, zombie o vampiro que se reinventa a sí mismo cada 75 años o así. Pienso que de aquí a un siglo podrá haber sido un político, el líder de una secta o incluso presentador de televisión".

Jack_Mord, autor de estas afirmaciones, solicita 1 millón de dólares a cambio de esta singular fotografía, y defiende su autenticidad. "Muestra a un hombre -dice- que vivió en Bristol (Tennesse) durante la guerra civil americana". En teoría, y siempre según el vendedor, cualquiera puede comprobar que no ha existido ningún tipo de retoque informático, antes de proceder a su compra.

Enlace al artículo subastado, antes de desaparecer en EBay
Entre otras excentricidades, la imagen del presunto vampiro gozaría de un 25% de descuento si el comprador es el mismo Nicolas Cage, y ante la pregunta de cómo es posible que el actor sea un vampiro "si ha envejecido terriblemente en los últimos diez años, a causa de no ingerir sangre a diario para mantenerse joven", el señor Mord responde: "Mi teoría es que se permite a sí mismo envejecer hasta cierto punto, quizá unos setenta u ochenta años, después Nicolas Cage, el actor, muere

Pero, en realidad, el vampiro Nicolas Cage habrá rejuvenecido para reaparecer en cualquier otra parte del mundo, dispuesto a comenzar de nuevo. De vez en cuando alguien dirá que conserva cierto parecido con el actor muerto cuando era joven, incapaces incluso de recordar su nombre, pero al final, todas estas suposiciones terminarán desapareciendo".

Licencia original de la fotografía
Desde nuestro punto de vista, es innegable que aquel ciudadano estadounidense refleja muchas de las facciones del popular actor, como algo meramente circunstancial, pudiendo pensarse, además, que se trate de un antepasado, como teoría mucho más acertada. Pero, aún así, existen diferencias en cuanto al lóbulo de la oreja izquierda, la barbilla o el mentón de ambos sujetos y, lo que es más importante, de cara a refutar la teoría del señor Mord, la foto pertenece a un archivo tanatográfico, esto es, de imágenes post mortem tomadas a los difuntos antes del sepelio, como era costumbre en aquella época.

De este modo, el sujeto que posa frente a la cámara ya está muerto per se, y no podría en ningún caso ser un vampiro que ha mantenido durante siglos su anonimato bajo el disfraz de un conocido actor norteamericano, porque habría sido fotografiado vivo. Y eso, desde luego, porque los vampiros no se reflejan en los espejos ni aparece su alma retratada en ningún tipo de soporte fílmico. Esta idea tan descabellada de identificarlo como un reviniente que se hace llamar Nicolas Cage pertenece a la ficción y al afán lucrativo de algunos.

No obstante, resulta divertido pensar que el sobrino de Francis Ford Coppola (con una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la novela Drácula, de Bram Stoker) fuera realmente un vampiro (ya dejó constancia de ello en la formidable The Vampire's Kiss): sin ser un noble al uso, aunque de ascendencia europea, el actor poseía una fortuna cuya pésima gestión le ha llevado a contraer una deuda 6.2 millones de dólares con la Hacienda pública. 

Castillo de Schloss Neidstein, Baviera
Un jet privado, dos yates, la titularidad de dos islas en las Bahamas, quince mansiones repartidas por todo el mundo (una de ellas en Nueva Orleans, patria de algunos vampiros literarios), una flota de más de cincuenta coches de lujo y, cómo no, un castillo, el de Schloss Neidstein en Alemania (el Midford Castle y otras residencias del actor son meros edificios ornamentales construidos a tal efecto) completan la lista. Además, su hijo Weston es líder de una banda de black metal llamada Eyes of Noctum.

Con todo, no sería de extrañar que muchos quieran ver en Nicolas Cage la figura de un vampiro moderno, rodeado de lujos y de vidas inmortales, oculto tras el disfraz notorio del star sistem, pero desapercibido para una sociedad hedonista, incapaz de distinguir el valor artístico, o histórico, de lo meramente económico. Quién sabe.


17 sept 2011

De miedo...

Que Colin Farrell no va a pasar a la historia como el vampiro seductor y convincente que algunos esperaban, cierto. Pero que Fright Night (Noche de miedo, 2011) se trate de un remake de la original ochentera es decir demasiado. Primero, porque puede pasar perfectamente por un film independiente en su conjunto, a pesar de contar con una trama similar y unos personajes cercanos a los que Tom Holland proponía en aquella primera parte (esperemos que no se decida hacer un segundo remake de Fright Night II). Y segundo, porque existe una predisposición por parte del telespectador a conocer lo que sucede realmente: quién es Jerry Dandrige y cuáles son sus intenciones.

Algo que, por otra parte, no ocurre en su predecesora. Lo más característico de aquella película era que uno podía intuir los tejemanejes de este singular vampiro e incluso sentir cierto temor, ese terror juvenil de los años ochenta, también presente en Silver Bullet o The Lost Boys. Y ello a pesar de concebirse como una comedia orientada a un público adolescente ajeno a la literatura barata de crepusculares y seres afines que impera en nuestros días.


Fright Night, 2011 es, a nuestro juicio, una película entretenida pero bastante sosa, con errores de bulto -conscientes, imaginamos- y referencias a estereotipos actuales como el fenómeno Twilight o Ebay, con el fin de acercarla, quizá, a ese otro tipo de público. Pero hace aguas en la presentación de los personajes, adelanta demasiado pronto la existencia de un vampiro que vive en la casa de al lado y pretende sustituir al Peter Vincent original por un patético mago adicto a la absenta, que en esta ocasión es interpretado por el escocés David Tennant.

En resumen, lo más acertado del film es la aparición del actor Chris Mintz-Plasse, el único que da un toque de comedia a la historia, conocido por su participación en Superbad (Supersalidos, 2007), Role Models (Mal ejemplo, 2008) o, más recientemente, Kick-Ass (2010), y la supervivencia de elementos clásicos para acabar con el vampiro: la estaca, el fuego, la cruz, el agua bendita o la luz del sol. Hasta Chris Sarandon, el Jerry Dandrige original, tiene un cameo en está última versión de Noche de pena... perdón de Miedo.

8 sept 2011

Paris Je t'aime

Paris Je t'aime (2006) es una película coral que se compone de una serie de cortometrajes donde se pretende reflejar las distintas manifestaciones del amor a través de los lugares más recónditos, visitados o soñados de la ciudad de la luz. Se trata de un proyecto colectivo en el que se dan cita actores y directores internacionales de la talla de los hermanos Cohen, Natalie Portman, Was Craven o Gérard Depardieu.

Precisamente Wes Craven, bajo la dirección del canadiense Vincenzo Natali, se integra en el reparto de Barrio de la Madeleine (Quartier de la Madeleine) junto a Elijah Wood y Olga Kurylenko, octavo corto de esta serie, de un total de dieciocho, en el que un joven turista mochilero se enamora de una vampira. 

Quizá lo más representativo sea la ausencia de diálogo, por otra parte innecesario para mostrar la trama, la banda sonora y la utilización de la sangre como elemento de fuerte carga impresiva e hilo conductor de esta microhistoria con tintes góticos.



5 sept 2011

Vampire's Kiss

Lejos de ser una película pretenciosa, Besos de vampiro (Vampire's Kiss, 1989) nos acerca a unos de los estadios más modernos del mito: el del vampiro psicológico. Y es por esto que el film protagonizado por Nicolas Cage, en una de sus mejores interpretaciones, a pesar del gran número de detractores que se ha granjeado en su últimas apariciones cinematográficas, dista mucho de ser solamente una comedia de humor negro. Que lo es, no cabe duda de que posee pequeñas dosis de estupidez hilarante, pero, más que eso, Vampire's Kiss es un auténtico drama.

La transformación que va sufriendo el personaje de Peter Loew a lo largo del discurso (recordemos que existe un abismo entre su mundo interior y la realidad circundante, esto es, la historia) le lleva a creer que es un vampiro y a comportarse como tal (si tenemos en cuenta los referentes universales del mito en la conciencia colectiva), rayando en lo absurdo y lo ridículo, pero al mismo tiempo, despertando en el espectador un atisbo de tristeza: esos pobres locos a los que, de alguna manera, entendemos y por los que sentimos cierta lástima.

Pero aún va más allá: el visionado de Vampire's Kiss nos está alertando del peligro que supone la tergiversación de ciertas modas o corrientes estéticas que, indefectiblemente, están abocando a una gran mayoría de jóvenes a esa forma de locura en la que creen, o aparentan ser, algo que no son, con rasgos patológicos bien definidos. 


Los mejores momentos de la película son, a nuestro juicio, los que llevan a Peter Loew a una degradación paulatina, irrisoria y melancólica del propio yo, con sustanciosos guiños al personaje de Renfield interpretado por Dwight Frye en el Drácula de Tod Browing (la mirada perdida, la incipiente demencia o el propio desenlace del filme, con ese aspecto tan demacrado e histriónico en los compases finales, gritando "¡Soy un vampiro, mátenme!", en fin, elementos sin los cuales, éste se desinflaría cayendo por su propio peso).

Porque a Cage, el papel le viene como hecho a medida, y ni siquiera la presencia de Jennifer Beals, Elizabeth Ashley o María Conchita Alonso consiguen evitar esa sensación de relleno y mera comparsa. Vampire's Kiss, como tantas otras, es perfectamente recomendable en su versión original, para no perder ni un ápice de su verdadero encanto, y más si tenemos en cuenta que su actor de doblaje en español no suele ser el mismo en todas sus películas.


Volviendo a la antigua fórmula de “El ganador es…”, los Oscars estuvieron, una vez más, de vuelta desde el Kodak Theatre de Los Ángeles y, fieles seguidores de la ceremonia (con aquel regusto que nos dejó la pasada edición), aguantamos al pie del cañón hasta los postres, como suele decirse, que esta vez fueron algo menos suculentos.

Sandra Bullock se alzó con la estatuilla a la mejor actriz por su papel en The Blind Side, y Kathryn Bigelowresultó ser, a juicio de la Academia, la mejor directora por The Hurt Locker y gran vencedora de la noche, dejando exánimes a los muñequitos de James Cameron. Durante la noche hubo otros galardonados que mencionaremos a continuación, pero queríamos simplemente resaltar dos aspectos que tienen que ver con las premiadas: el primero de ellos, es que resultaron nominadas Penélope Cruz y la Bullockcomo mejor actriz de reparto y mejor actriz, respectivamente, y -¡menos mal!- el primero se lo llevó Mo’Nique (no sé qué le verán a la madrileña, tan lineal e insípida en todas sus interpretaciones, con ese inglés tan… tan… con ese inglés, vaya…) y el segundo, otra de las actrices que nunca han estado entre mis preferidas. Ahora bien, se dice que en Hollywood entregan el premio por el pelotazo que suponga el actor en su registro y no por sus trabucazos anteriores (y, parece ser, que en esta peli se sale…).

El segundo aspecto es que, al margen de que la ex de Cameron hiciera méritos propios para acaparar la mayor parte de los premios importantes, tanto Avatar, como The Hurt Locker parecen ser un alegato de esa otra América a la que nos tienen acostumbrados los medios e incluso los propios americanos (algunos han tildado a la primera de fascistoide, mientras que la segunda no deja de ser otro intento patriótico para justificar la guerra de Irak). Entre los premios que han despertado nuestro interés, sobre todo a la hora de volver al cine o de verlas cómodamente en el salón de nuestra casa, se encuentran Up, como mejor film de animación, El secreto de sus ojos (mejor película de habla no inglesa), Logorama (mejor corto de animación), y las nominadas An EducationA Serious Man,  The White Ribbon, District 9, La Dama y la Muerte (debió de ganar en su categoría).

Lo mejor, lo peor y lo regular… entendemos muy acertada la intervención de Neil Patrick Harris (How I met your mother), con el único número musical de la noche (sin contar la presentación del Oscar a la mejor banda sonora), que abrió paso a la gala y nos hizo creer, en un principio, que este año también se apostaría por el colorido y efectismo de la pasada edición (craso error… al final, resultó ser algo sosa y, solamente en los primeros compases, Steve Martin y Alec Baldwin como maestros de ceremonia denotaron chispa y buen humor -sarcástico e incisivo, todo hay que decirlo-, para ir apagándose al son de los premios finales. Resultó especialmente interesante el pequeño homenaje a las películas de terror (The Horror Movies) que han calado en nuestra memoria cinéfila en estas últimas 82 ediciones (somos de una generación posterior, no se lleven a engaño) y el tributo al director, recientemente desaparecido, John Hughes, con imágenes de sus películas y de unos jovencísimos Matthew Broderick, Molly Ringwald o Kevin Bacon. Y, como no podía ser menos, el premio al mejor maquillaje estuvo precedido por un Ben Stiller disfrazado de monito azul y el de mejor guión por un histriónico Robert Downey Jr.(simplemente, geniales).

En consecuencia, la 82ª edición de los premios Oscar mantuvo una línea de sobriedad y excelencia que, a pesar de ir a contrarreloj en algunos tramos, se fue volviendo más densa hacia el final, decreciendo el ritmo y la frescura que debe imperar en todo evento que se precie. Y de los grandes ausentes, quizás hablemos en otra ocasión…